viernes, 9 de septiembre de 2011

Una bonita despedida




Con cierta pesadumbre amanecíamos, a sabiendas de nuestro último dia de trabajo. El desayuno, más largo de lo normal, con charla matinal con Jose Luis.
Nos ponemos el listón muy alto, pretendemos ver el máximo posible de personas para no sentir que en nuestro último día nos queda nada importante por hacer. Los pacientes pasan rápidamente, como si hoy no hubiera dificultades que quisieran complicarnos el día. Los pacientes citados acuden, incluyendo mi adorable abuelillo con gafas, muy agradecido con el trato. La niña de la polémica por la fractura en la pierna acude para enseñarnos los informes del hospital, parece que la discusion del otro dia tuvo efecto y podrá recuperarse. Los pequeños hoy no presentan ninguna complicación. Estamos contentos.

Llega la hora de comer y seguimos metidos en la clínica. Y cuando menos nos lo esperábamos vienen Guillermo y Maribel acompañados de su hermana Teba (una adorable niña de 1 año) y sus padres, para ofrecernos como regalo dos gallinas vivas en una bolsa de plástico (literal). Decían sentirse muy agradecidos por haberles dado nombre a sus hijos adoptivos y por estar cuidándoles. La sorpresa nos resulta muy entrañable, aceptamos de muy buen gusto el regalo y les atendemos con la mejor de nuestras sonrisas. Me quedo embobado jugando con Teba mientras Guille administra la medicación a los peques.
Después, les llevamos a su poblado y nos vamos de paseo a una preciosa aldea (Bumban Kendeka) organizada alrededor de un enorme árbol que aqui llaman "Cotton tree", repleto de nidos en su copa. Guille y Marco aprovechan para jugar al futbol con los niños mientras Rubén y yo descubrimos como elaboran el aceite de palma para cocinar.

Tras el agradable paseo, una cena en familia y a preparar la maleta.

Por la mañana, partiremos temprano a Freetown, empezando nuestra nueva aventura de viaje de vuelta. Esperamos veros pronto.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Makeni




Miércoles de consulta. Seguimos consternados por el episodio de ayer, el de la niña que no llevaron al hospital. Continuamos discutiéndolo en el desayuno y en la comida. También el de la mujer que dice haber visto al diablo.
La mañana va pasando, cumplimos un nuevo record, vemos en la mañana casi tantos pacientes como estamos viendo en la mañana y en la tarde juntos, para podernos ganar el derecho a descansar después de comer y visitar Makeni, la ciudad más cercana a Kamabai, a unos 30 minutos en coche.

Makeni es un caos. Como cualquier ciudad (aquí, llamémosle ciudad a una aglomeración de casas, casi nunca de más de una planta de altura y calles más estrechas, afortunadamente asfaltadas en pocos casos). La gente se agolpa al borde de la carretera para vender, bien a modo de mercadillo, bien a modo de puesto móvil, cualquier cosa, del tipo textiles, camisetas de fútbol de imitación (la mejor una camiseta del Barça con la franjas verdes y amarillas), zapatillas, pan, yuca, patatas, batatas, huevos, verduras, bebidas no-refrigeradas, y todo tipo de cosas que pudieras encontrar en un rastrillo-mercado, pero con una gran limitación en la higiene y, ciertamente, en la calidad. El ruido de la ciudad no es atronador porque no hay tanto tráfico como para probocarlo, aunque las calles se colapsen por un camión atravesado o una motocicleta con un mal adelantamiento. La gente camina por el borde del asfalto sin existir, salvo frente a los locales de las tiendas, nada parecido a una acera. Cuando comienza a llover como si estuviera cayéndonos el cielo en la cabeza, nos metemos en el coche y emprendemos el camino de vuelta.

Durante el regreso, pasamos junto a la sede central de "Africa Minerals", una empresa china que explota las minas del país, llevándose materia prima en bruto (la extracción se procesa ya en China), sin que nadie sepa realmente la calidad ni el valor del material extraído. Varios pacientes en la clínica nos dijeron que trabajaban en "las minas de oro", así que podemos suponer que lo que extraen debe tratarse de metales preciados, diamantes y/o minerales para electrónica. En la puerta de las oficinas se agolpaba un gran grupo de gente esperando ser contratados. En mitad del camino atravesamos las obras del ferrocarril que los chinos están construyendo para mejorar las comunicaciones entre el puerto y los puntos de extracción minera.

Ya en Kamabai, en la casa de los voluntarios, montamos el primer "Mundial de Tenis de Mesa" y matamos el tiempo con máxima tensión hasta la hora de dormir.

Kit de Supervivencia (IV)


EL ABANICO DE LOCOMÍA:

Lo mismo te da un buen aire en el máximo calor del desierto y te reseca las córneas, que te salva una paciente en la consulta cuando le da una bajada de tensión. Sus colores brillantes pueden causar cerguera permanente, por ello la unión Europea recomienda limitar su uso a mayores de 5 años y bajo supervisión de un adulto. La potencia del aireado es proporcional a la fuerza proporcionada con la muñeca, para un correcto uso se recomienda un estrecho entrenamiento con abuelas y jubilados antes de iniciarse en las artes aireadoras.
Hasta ahora reservábamos su uso, desde que lo descubrimos estamos tan enganchados que hemos preferido dárselo a Mamudu para que lo comparta con su familia.

Dia gris


Hay días en los que las cosas no salen como esperas y sin embargo el día empieza como cualquier otro. Te levantas, te vistes desayunas. La primera piedra en el camino fue un simple resto radicular que había que quitarle a Adama, una trabajadora del Greenhouse. Como el Síndrome del recomendado es universal, las cosas empezaron a complicarse y resultó ser la pieza más dificil de quitar desde que llegué Sierra Leona. Después muchas cosas complicadas en el resto de extracciones que sumadas a la sensación de cansancio acumulado y morriña me dejan un poco de "bajón" por la mañana. Por suerte, Carlos está ahí para animarme y darme luego una paliza al ping-pong.

La tarde comenzó algo mejor, viendo bastantes pacientes y acabando a la hora.
Hawa, la chica que nos ayuda en la consulta, nos llevó a su casa para enseñárnosla. La verdad es que aunque las condiciones no son malas para las casas de la zona, era bastante precaria.
Una habitacion de unos 10 metros cuadrados con una cama y algunas baldas saturadas de cosas. La comparte con su hermana, Adama. Un trozo uralita sobre unas brasas para cocinar. Y poco más.

Después, excursión programada a Kamahera donde está la paciente de la infección en el pie (que está mucho mejor) y una joven que vive en su casa que padece algún tipo de psicosis ya que no se levanta de la cama desde que asegura que vio a un demonio, y teme salir de la habitación en la que se encuentra porque si volviera a encontrarlo se volvería loca. Es una de las creencias locales y por lo que nos cuentan están bastante extendidas, por lo que es dificil de manejar.
Por desgracia, ella no estaba nada mejor desde nuestra última visita.
El viaje continuó con nuevas adversidades. El siguiente destino era Bumban donde viven los pequeños que atendimos y a los cuales llevabamos más leche.

De camino, decidimos pasarnos por la casa de una niña de 8 años que vimos el día anterior en la consulta con una fractura tibial abierta y a la que tras drenarle un gran absceso en la zona de la fractura decidimos enviar al hospital. Le dimos el dinero para el viaje a un adulto que la acompañaba y le digimos que necesitaba cirugía urgente. Sin embargo encontramos allí a la niña con la cara retorcida de dolor y a una anciana que no tenía intención alguna de llevar a la pequeña al hospital. Y del dinero ni rastro. Tras una pequeña discusión que parecieron tomarse a broma incluso tras las advertencias de acudir a la policía proseguimos nuestro viaje hacia Bumban con un sentimiento de cabreo generalizado.

Y como no podía ser de otro modo en el camino encontramos un camión averiado que ocupaba toda la vía. Media vuelta. Después de un par de derrotas más al ping-pong a manos de Marco y de Carlos, cenamos. Después no logramos sintonizar el partido de España y para más jodienda la tormenta nos tiene sin internet.

Hay días malos incluso en un viaje genial como este, pero incluso estos se pasan y nos acercan más al final.
Mañana será mejor.



martes, 6 de septiembre de 2011

Recta Final


Los últimos días se afrontan con una extraña sensación, aquella sensación que se tiene cuando algo empieza a acabarse y uno se plantea si algo podría haberse hecho mejor.

Al levantarme, me impresionó la grandísima cantidad de pacientes que había esperando: ocupaban la "bafa" del patio y el centro pastoral. Nunca antes tuvimos tantos pacientes y, desgraciadamente, no pudimos verlos a todos. Como siempre, vimos muchos "pikines", como todos los días, aunque hoy casi ninguno se aterrorizó al ver una piel blanca que se acercaba. De hecho los pequeños fueron especialmente majos, desde la primera pareja de gemelos que volvíamos a ver hasta el último, un niñito de 7 años muy salao que hablaba genial inglés y que no paraba de darnos las gracias.
José Luis sigue renqueante con su malaria y tampoco hoy nos ha acompañado en la comida, por lo que hemos echado de menos sus anécdotas, sus quejas de las cosas que no marchan y sus alegrías por las que sí.
El día de hoy ha amanecido con un nuevo integrante, Rubén, otro voluntario recién llegado, informático, que quiere ayudar a abrir el aula de ordenadores, lo que colaborará en mejorar la enseñanza en esta zona.

Tras una ligera siesta, más trabajo y después un paseo de reconocimiento por Kamabai, para presentarle a Rubén las costumbres locales (véase, le señalábamos lo que sabíamos qué era). Después cenita y a ver una película mala en la tele, para variar.

Cada vez explotamos más la mesa de ping-pong y gracias a la nueva adquisición de nuevas bolas no-decepcionantes estamos alcanzando un elevado nivel profesional.

Hoy, poco más que contar, porque ha sido un día tranquilo y sin grandes novedades. Mañana más.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Last Weekend



Nuestro último fin de semana en Sierra Leona comenzaba sin un plan; a veces son los mejores.
Sin embargo aquí es algo más complicado... José Luis empezó con su 17ª malaria (mal comienzo) y las necesidades de uso de los coches limitaban bastante las posibles excursiones.
Así pues el sabado por la mañana volvimos a nuestra maratón de pacientes y, aunque parezca repetitivo, de nuevo batimos records. Le estamos pillando el truco a los pequeñajos y a las patologías de aquí, y cada vez vemos más.
Agotados, pensamos en varias excursiones para después de la siesta. Sin embargo una fuerte lluvia volvió a estropeárnoslas. Tarde de ping-pong, charlas y risas.
Cena rica, peli, cama.

El domingo tampoco había nada planeado asi que el plan fue surgiendo. Por la mañana me desperté a la misma hora de toda la semana así que decidí acompañar a Juan (uno de los frailes)y Rafa a la misa que celebraban en una pequeña aldea. Como ya contamos las misas
aquí son un verdadero espectáculo de cantos e instrumentos africanos acompañados del ritmo de las palmas de los presentes.La pequeña capilla en Kamahera estaba a rebosar.
Volvimos a por Carlos y Marco y salimos de excursión hacia Weredala. Pero las cosas aquí siempre se complican y por falta de combustible no pudimos llegar. Así que tras un agradable paseo, comida, y a volver a intentarlo por la tarde.
Por la tarde todo fue bien, llegamos a Weredala y vimos su enorme mezquita. Parece increible encontrar una construcción tan enorme en un pueblo tan perdido. Coincidimos, además, con el imán que nos hizo un recorrido turístico por todos los recobecos de la mezquita.
Después caminamos hasta el río, seguidos ya por una tropilla de niños del pueblo y allí tomamos el barquito para cruzarlo. Vease medio tronco vaciado a modo de cascara de nuez y más o menos con la misma estabilidad.
Tras una marcha de unos 20 min cruzando un par de puentes "caseros" llegamos a Makehei, otro pequeño pueblo donde saludamos a todos los niños y aceptamos la invitación del Jefe a Agua de Coco. Unas fotos y a emprender el regreso.
Mientras el coche se abre paso a través del largo camino bacheado comentamos lo genial que ha sido la excursión.
Al llegar hacemos uso de nuestra nueva adquisición: una mesa que estaba sin usar y que se ha convertido en tablero improvisado de ping-pong.Ducha, cena con tortillas de patata y peli.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Kit de Supervivencia (III)



En una nueva edición de nuestro recorrido por el uso del kit de supervivencia un nuevo fraude: los BOLIS ENGAÑOSOS.

A la hora de explicar un tratamiento es muy útil apuntar las dosis y la forma de tomar la medicación, sobretodo por la barrera del idioma. Sin embargo tras 2 líneas de impecable escritura estos bolis decidieron dejar de funcionar. Una decepción tras otra. No obstante todavía guardamos un as en la manga y estamos dispuestos a utilizarlo, para descubrirlo tendréis que seguirnos en el foro…será un nuevo fraude, seguramente.

Fiesta pagana


Los días se suceden y cada vez son menos novedosos, sobre todo cuando el trabajo nos completa el día y no podemos escaparnos a explorar la zona.
El miércoles comienza tranquilo tras la festividad. Los pacientes llegan con calma y acabamos holgadamente a nuestra hora. Por la tarde, apenas vienen otros más.
Después, José Luis nos tiene preparada una encerrona: había animado a unas chicas del pueblo para que nos llevasen a una fiesta de baile que había, que básicamente consistía en música a tope en un edificio cercano al mercado. Tras la cena, nos arreglamos con nuestras mejores galas (véase un pantalón largo y una camiseta ibicenca de manga larga). Guille y yo vamos hermanados con sendas camisetas. José Luis nos lleva al pueblo a encontrarnos con Dora, cocinera en la misión, y dos amigas suyas. Nos llevan al recinto (por ponerle un nombre al lugar) que consistía en una segunda planta diáfana de una construcción bastante ruinosa. Debimos llegar los primeros porque no había nadie en la zona de baile y apenas acababan de llegar los vendedores. Las bebidas se compran a gente que, más o menos libremente, lleva desde su casa o negocio y las expone en la barra, siempre a temperatura ambiente y sin ningún riguroso control sanitario, aunque, eso sí, con una gran variedad de cervezas y otras bebidas. La música estaba a todo trapo, no se podía ni hablar, y tras un rato intentando bailar el "dance" africano nos retiramos a tomar el aire a la terraza. Con la excusa de estar más frescos estuvimos casi todo el tiempo ahí y nos libramos del calor de los cuerpos danzarines. Llegó Adama, una de las trabajadoras de la misión que ayuda a Marco en el huerto, y al vernos parados (apenas llevábamos un rato) insistió en traernos a chicas para bailar, resultado: situación incomodísima bailando con unas pobres jovenzuelas que estaban más incómodas que nosotros. Dos canciones y nos libramos. Ibrahim, un brasuno amigo de Marco, insiste en bailar acercándonos su periné. Regresamos al interior, bailamos un rato, mientras vemos cómo el resto de la jauría danzaba con estilo sexual y los cuerpos muy cercanos. Cuando nos cansamos y dejó de llover, decidimos volvernos. El balance final es muy positivo, nos lo pasamos muy bien y nos reímos muchísimo, sobre todo en las situaciones límite. Un "camera-man" tomó instantáneas de la noche, si las recuperamos serán publicadas.
El camino de vuelta en un país sin luz es cuanto menos inquietante: la sensación de plena oscuridad a tu alrededor mientras caminas hacia la negrura es digna de Iker Jiménez. Ahora valoramos mucho más la dificultad que tienen los niños del pueblo en venir todas las noches fielmente al cine que organiza Manuel en la misión.

La mañana del jueves se encarama con dificultad, no por resaca, sino por haber disminuido nuestro número de horas dormidas, de diez a siete, que aquí uno se acostumbra rápidamente a la buena vida. Así, un par de zombies afrontan la mañana duramente, y aún la tarde, viendo un total de 45 pacientes (record absoluto) que nos dejan agotados. Por suerte y por paciencia, los últimos fueron una familia muy maja de varios niños que vimos en nuestros primeros días por conjuntivitis, a la que pertenece mi niña preferida, llamada Ram (algún día pondré su foto) que al principio me temía pero ahora se lo pasa en grande bailando el vals conmigo. Una última sonrisa y cerramos.
Tarde de lluvia y noche de relax con una pésima película en la televisión que nadie aguantó hasta el final. Y a la cama.