Hay días en los que las cosas no salen como esperas y sin embargo el día empieza como cualquier otro. Te levantas, te vistes desayunas. La primera piedra en el camino fue un simple resto radicular que había que quitarle a Adama, una trabajadora del Greenhouse. Como el Síndrome del recomendado es universal, las cosas empezaron a complicarse y resultó ser la pieza más dificil de quitar desde que llegué Sierra Leona. Después muchas cosas complicadas en el resto de extracciones que sumadas a la sensación de cansancio acumulado y morriña me dejan un poco de "bajón" por la mañana. Por suerte, Carlos está ahí para animarme y darme luego una paliza al ping-pong.
La tarde comenzó algo mejor, viendo bastantes pacientes y acabando a la hora.
Hawa, la chica que nos ayuda en la consulta, nos llevó a su casa para enseñárnosla. La verdad es que aunque las condiciones no son malas para las casas de la zona, era bastante precaria.
Una habitacion de unos 10 metros cuadrados con una cama y algunas baldas saturadas de cosas. La comparte con su hermana, Adama. Un trozo uralita sobre unas brasas para cocinar. Y poco más.
Después, excursión programada a Kamahera donde está la paciente de la infección en el pie (que está mucho mejor) y una joven que vive en su casa que padece algún tipo de psicosis ya que no se levanta de la cama desde que asegura que vio a un demonio, y teme salir de la habitación en la que se encuentra porque si volviera a encontrarlo se volvería loca. Es una de las creencias locales y por lo que nos cuentan están bastante extendidas, por lo que es dificil de manejar.
Por desgracia, ella no estaba nada mejor desde nuestra última visita.
El viaje continuó con nuevas adversidades. El siguiente destino era Bumban donde viven los pequeños que atendimos y a los cuales llevabamos más leche.
De camino, decidimos pasarnos por la casa de una niña de 8 años que vimos el día anterior en la consulta con una fractura tibial abierta y a la que tras drenarle un gran absceso en la zona de la fractura decidimos enviar al hospital. Le dimos el dinero para el viaje a un adulto que la acompañaba y le digimos que necesitaba cirugía urgente. Sin embargo encontramos allí a la niña con la cara retorcida de dolor y a una anciana que no tenía intención alguna de llevar a la pequeña al hospital. Y del dinero ni rastro. Tras una pequeña discusión que parecieron tomarse a broma incluso tras las advertencias de acudir a la policía proseguimos nuestro viaje hacia Bumban con un sentimiento de cabreo generalizado.
Y como no podía ser de otro modo en el camino encontramos un camión averiado que ocupaba toda la vía. Media vuelta. Después de un par de derrotas más al ping-pong a manos de Marco y de Carlos, cenamos. Después no logramos sintonizar el partido de España y para más jodienda la tormenta nos tiene sin internet.
Hay días malos incluso en un viaje genial como este, pero incluso estos se pasan y nos acercan más al final.
Mañana será mejor.

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