miércoles, 31 de agosto de 2011

'Eid-al-Fitr'


El martes amanece tranquilo. Demasiado tranquilo para lo que estamos acostumbrados. Hoy es el último día del Ramadán y es festivo para todos los musulmanes, es decir para la mayoría de los trabajadores. Pacientes también tenemos pocos. En un país cuya población el 60% es musulmana (según wikipedia), los pueblos se detienen, y todo se paraliza como un domingo. La calma asola todo.

Por la tarde decidimos dar un paseo. No tiene sentido quedarse cruzado de brazos esperando pacientes que no van a venir, así que cogemos la caja de curas y la de medicamentos de visita y nos vamos a Bumban, la población de la enfermera que cuida de los pequeños Theresa y Henry. Nos bajamos del coche y poco a poco los niños empiezan a saludarnos y perseguirnos en nuestro paseo por el pueblo. Buscamos a nuestros pequeños pero por ser festivo estaban de viaje. Vimos unas "bafas" (casas de adobe) preciosas con un paisaje de fondo increíble, verde tropical y un risco bastante alto con musgo en sus paredes.
A uno de los puequeñajos que nos seguían el paseo le vimos una herida infectada en la pierna, así que nos decidimos a llevarle al coche para hacerle una cura y comenzar a hacer visita médica a los que lo necesitasen. Ése se convertiría en el punto de inflexión, el momento en que todos los habitantes de Mumban consideraron montado el "chiringuito". A Guille no hacían más que subirle chiquillos al maletero de la camioneta cuando no había acabado con el anterior, y a mí se me acumulaban las abuelas mientras iba rechazando a los caraduras que tenían suficiente condición física como para visitarnos en la consulta. El momento se convirtió en el caos. Y el caos en más caos. Rafa y Marco (compañeros en el paseo) se partían de risa a lo lejos. La camionesta estaba rodeada de muchísima gente gritando alrededor tratando de llamar nuestra atención para ser los siguientes en ser atendidos, los jóvenes con dolores musculares o con simples golpes aplastaban a las viejecitas que casi no podían andar. Todos gritaban, cada cual más fuerte, y las mujeres que más cerca se encontraban me pellizcaban los gemelos para que las atendiese. Mi maletín de medicinas se vaciaba rápidamente y tuve que priorizar en ver a los que necesitasen una atención más inmediata, a los demás les remitimos a consulta, pero aún así la multitud permanecía enganchada a la carrocería del coche.
Cuando se acabó el contenido de ambos maletines cerramos el chiringuito y nos marchamos con una sensación mezcla de contrariedad y perplejidad.
En el camino de vuelta paramos en otra aldea para repartir caramelos a los niños. Ahí varias abuelas se enfadaron conmigo por no darles jabón de hacer pompas y otra le pidió matrimonio a Guille. Un show.

Ya en casa, no tuvimos más remedio que desconectar con unas partidas de ping-pong y una buena ducha. Los cuerpos agotados pedían a gritos la cama, y así les concedimos.

martes, 30 de agosto de 2011

El lunes al sol


Amanecía soleado. Nada más levantarnos escuchamos un gran murmullo enfrente de la clínica, que se ha traducido en el día con más pacientes desde que llevamos aquí.
Además el día comenzó con sorpresa, dos nuevos mellizos nacidos hace unos 20 días venían en brazos de dos mujeres del pueblo: su madre había muerto y pedían ayuda para poder alimentarlos. Así que Jose Luis nos ha enseñado el procedimiento.
Lo primero, darles un nombre y registrarlos: ya hay un Guillermo y una Maribel Sissei por Sierra Leona. Después enseñarles como preparar el biberón y darles la primera toma.

Finalmente les damos la leche de iniciación y prometemos visitarlos pronto.
Después un día bastante movido. Muchos pacientes entre nuevos y revisiones. La mayoría han mejorado con los tratamientos que les dimos. Incluso un bebe que nos tenía preocupados.
Una vez terminada la consulta y con el sol pegando fuerte hemos ordenado en el almacén algunas cajas de fármacos con el objetivo de llevar los menos útiles aquí, hasta el hospital. Una partidilla de ping-pong casero y a cenar.

Los días tan movidos pasan si cabe más rápido y dejan menos tiempo para reflexionar un poco todo lo que nos está pasando, a lo tonto estamos casi en el ecuador de nuestro viaje y en breve tocará recoger equipajes y vivencias y seguir adelante.

domingo, 28 de agosto de 2011

Fin de semana


El sábado comienza con un poco más de trabajo, de hecho con el día de mayor afluencia a la consulta, aunque sólo en horario de mañana.
Por la tarde una vueltecita por el pueblo para ver la vida de las gentes en sus casas. Los kamabeños (suponiendo que éste sea el gentilicio) son personas apacibles, al menos por la tarde en su hora de descanso, y risueños. Nos saludan desde sus porches y los niños se suman en masa para perseguirnos mientras caminamos, y más si les hacemos algo de caso chocando nuestras manos en señal de saludo. De hablar, nada de nada, porque casi nadie sabe inglés (al menos a un nivel como para mantener una mínima conversación). El mercado a esas horas ya se encontraba cerrado, pero permanecían los distintos puestos situados entorno a la carretera vendiendo pan y Donata Cake (unas deliciosas bolitas "abuñueladas" hechas de harina, mantequilla y algo de azúcar a las que se añade sabor, generalmente plátano, y que se venden por 100 Leones -unos 0,01€- la unidad), también hay un par de puestos que sirven para recargar la batería de los móviles, útil en Sierra Leona, donde la luz eléctrica no llega más allá de la capital. La lluvia interrumpe nuestro paseo y, de nuevo en casa, encontramos visita filipina, de un grupo de trabajo de Yele, una ciudad situada en el centro geográfico del país. Una buena cena en familia y, ante la tristeza por descubrir que el karaoke no funciona, nos marchamos cabizbajos a dormir.

El domingo empezamos con un potente desayuno de arroz especiado, unos huevos revueltos y un bizcocho riquísimo. Reforzados, acudimos a la misa de domingo, en un día muy especial para la misión, ya que se celebraba el día de San Agustín. Los lugareños se visten de sus mejores galas para acudir a la iglesia y la ceremonia empieza con el coro liderado por una potente voz africana y unas preciosas voces secundarias, a ritmo de yembé, mientras los curas acceden al altar. Durante la celebración los niños se acercaban a nuestro banco para sentarse cerca. Se quedaban encantados con el vello de los brazos y el color de nuestras palmas. Al finalizar, José Luis hizo mención especial de los extranjeros que estuvimos presentes. La vuelta a casa la hicimos en la "pick up" cargada de niños en el maletero.
Por la tarde un paseo en bicicleta custodiados por el verde tropical a ambos lados de la carretera. Tras una hora de etapa regresamos derrengados, sudando por la alta humedad tropical.
Una buena cenita con nueva visita (otros misioneros agustinos) y a dormir.

Kit de Supervivencia (II)


LA LINTERNA ESPANTA-MAMBAS:

Con esta linterna recargable manualmente podrás tener luz las 24 horas del día, siempre y cuando tus eminencias tenares te lo permitan. Además podrás iluminar las pupilas de todas las mambas (véase serpientes MUY venenosas que intimidan a Guille) y asustarlas para despejar tu camino. Muy útil en tus salidas al campo, ya sea en Aranjuez o en Sierra Leona.
Advertencia: La linterna espanta-mambas no elimina otro tipo de animales e incluso atrae a polillas comedoras de algodón. No usar si hay niños delante.
La empresa no se hará cargo de reparaciones si el asa de recarga se bloquea una semana después de su compra.

viernes, 26 de agosto de 2011

Theresa & Henry


El día de hoy ha amanecido diluviando. "Otro día horrible de éstos" pensé escuchando la lluvia desde mi habitación. Pero en menos de 30 minutos se convirtió en un maravilloso día soleado.
La mañana transcurrió sin incidentes, con los clásicos niños con conjuntivitis o fiebre y los adultos quejicosos (todos ellos con su razón), y algún que otro recomendado que avisamos ayer en Kassassie.

El momento del día ocurrió al mediodía. Estábamos terminando de degustar un guiso de pescado con arroz mientras escuchábamos anécdotas de José Luis, cuando en el exterior escuchamos los lloros de un bebé. En seguida, salimos a ver qué sucedía. En la puerta de casa había una ex-enfermera que traía dos bebitos de 24 días en sus brazos y que parecía que tenían una semana. Su historia es bastante trágica, la madre murió dando a luz a estos mellizos y, desde entonces, la familia no ha querido hacerse cargo, hasta el punto de que les iban a abandonar, momento en que, afortunadamente, apareció nuestra heroína dispuesta a hacerse cargo de esta pobres criaturillas.
Nuestra labor únicamente ha sido la de entregar leche en polvo y explicar cómo y cuánto debía de alimentar a los pequeñines. Eso sí, la primera toma la hicimos aquí, y dio bastante gusto ver cómo se aferraban con ganas a la tetina a pesar de su debilidad tras muchos días de alimentarse sólo con agua.
Al igual que para mí hoy, para ellos todo ha comenzado horrible, ahora esperemos que, igual que a mí, a ellos les vaya genial en adelante.

Comprendiendo



Ya estamos a jueves y es el cuarto día viendo pacientes. Nos hemos ido soltando a la hora de hablar y de entender a las gentes de por aquí y más o menos vamos distinguiendo a los que realmente tienen algo, de los que vienen a por unas “tablets” for a lot of pain…

Y sin embargo seguimos estando muy lejos de comprender todos los trapicheos que pueden darse para sacar un poco más. El pasado día hablamos con Grampa al observar que dos niños de la consulta requerían ser vistos en el hospital. Él sacó el dinero reservado para estos casos y se lo dio a las madres para que tomaran un coche y llevaran a los niños. Hoy acudió una de las madres con unas facturas falsas en las que ponía que necesitaban muchísimo más dinero para los tratamientos del hospital.
Jose Luis (Grampa) al revisarlas se ha dado cuenta del engaño, ya que hay programas gratuitos específicos de ayuda para estos casos, así que le ha dicho que se fuera como había venido.
Existen caraduras en todas las ciudades y en todas las culturas pero aquí cuesta creer como en algunos casos se abusa de la ayuda recibida arriesgando algo tan importante como la salud de un hijo. Es para pararse a pensarlo.

Por la tarde hemos visitado Kassassi, un pueblecito cercano a la misión. Un paseo de alrededor de 1 hora con vistas increíbles. Allí de nuevo saludos y sonrisas de los niños.
Niños como aquellos que enviamos al hospital, esperemos que al menos hayan llegado.

jueves, 25 de agosto de 2011

Children's Day



El miércoles llega con nuevos pacientes, y muchos. Debe haberse corrido la voz por el pueblo de que hay médicos con sangre renovada. La mayoría de los pacientes son pequeñuelos a los que hemos de atender como si fuéramos auténticos pediatras. Por suerte, ha venido un bebito que vimos el primer día y que hoy hemos avanzado con su nutrición.
Después, la comida ha sido reconfortante, unos buenos garbanzos que pudieran recordar a un buen guiso materno.

Ya sobre las 5pm nos fuimos a una pequeña aldea a 20 minutos en coche por caminos infaustos para ver a una mujer con una herida infectada en el pie que ya vieron los médicos que anteriormente. Le hicimos la cura y tuvimos la oportunidad de visitar su casa, muy humilde, oscura y sucia. No había casi nada, apenas un par de bancos de madera y una cama en la que suponemos duermen todos juntos, con un montón de herramientas viejas encima de la mesa.
En la aldea, los niños estaban riendo y nos saludaban con mucho entusiasmo, se partían de risa cuando les hacíamos fotos y, más aún, si cuando, al verla, descubrían que habían salido mal.
El recorrido de vuelta fue idílico, con un tiempo muy bueno, pudimos ver nuevas aldeas con niños pequeños y no tan pequeños guapísimos y muy sonrientes a nuestro paso y paisajes tropicales verdes de arrozales.

Para cenar, vino el "Paramount Chief" de Kamabai, algo así como el gobernador provincial, pero en puesto vitalicio. La cosa tuvo bastante de gracioso por la situación, que tenía mucha pose, que si las joyas de la mujer, que si el anillo de oro de él, el reloj dorado, punta en blanco... mezclados con nuestra pintas cutres de camiseta lisa o publicitaria y pantalones cortos. Aquí, todo se relativiza y al final se premia más el trato y el poder de la gente por hacer, muy por encima de los meros formalismos. El hombre (cuyo nombre no he podido memorizar, al igual que los difíciles nombres africanos de aldeas y algunas otras personas) resultó ser un hombre agradable y un buen negociador.

Ahora, sólo nos queda descansar y esperar el nuevo día.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Kit de Supervivencia (I)



Empezamos un ciclo de entradas en relación a un pequeño regalo que Alfonso y Cristina nos hicieron para que nos resultara más fácil sobrevivir en condiciones adversas (véase que el kit fue creado en china). Hay que aclarar que el Kit en cuestión es fácilmente transportable, puesto que va en bolsa de plástico ocupa gran volumen y pesa por lo menos 2 kg.

El día de ayer fue un día bastante aburrido, porque por la mañana vimos nuestra tromba habitual de pacientes (cada vez más por motivos médicos y menos por muelas) con gran proporción de niños y bebés.

Por la tarde, el diluvio universal se presentó en Sierra Leona y no paró durante horas. Por lo que ni vinieron nuevos pacientes ni pudimos visitar otras aldeas para ver a la gente que no se puede desplazar hasta Kamabai. Así que nos decidimos por activar el plan de Emergencia: sacamos el kit de Ping-Pong. Creo que pocas veces me he sentido tan decepcionado como ésta: las pelotas estaban desinfladas y eran de plástico malo, la red se sujetaba a duras penas en la mesa y lo único salvable eran las palas. A pesar de todo conseguimos crearnos nuestra humilde mesa de juego y echarnos un rato de la tarde.

En la noche, cenita y vimos "Mi nombre es Harvey Milk" (recomendables los 30 primeros minutos por su fotografía). Después a dormir con el ruido de la lluvia azotando nuestras cabezas...

martes, 23 de agosto de 2011

Primer Contacto


A las 7:30 ha sonado el despertador y aunque no lo he escuchado por los tapones que uso para dormir, instintivamente me he despertado poco después.

Carlos ya me esperaba para desayunar.

Hoy comenzábamos a atender pacientes, así que tras comer algo nos hemos dirigido a la clínica y sin apenas tiempo de organizarnos han comenzado a ir llegando.
Los nervios iniciales y la sensación de estar un poco perdido, se han ido transformando en una mezcla difícil de describir, la sensación de estar haciendo algo bueno y la duda de si podría haber hecho algo mejor en cada caso. Así han pasado volando las horas de la mañana.

La gente viene muy asustada a la clínica y aunque intentes tranquilizarles, no pierden esa expresión de temor durante toda la consulta. Después se marchan sin demasiada efusividad, como quien sale de hacer unas fotocopias y se dirige a hacer cualquier otra cosa. Me sorprende el que no tienen el role de enfermo que tenemos los blancos.

Por la tarde una fuerte lluvia nos ha acompañado durante varias horas, por lo que sólo hemos tenido un paciente. Así que hemos aprovechado para ir a los almacenes a rescatar fármacos útiles de entre las decenas de cajas de fármacos que permanecen guardadas a la espera de alguien sepa utilizarlos.

Finalmente coger fuerzas y charlar con Marco. Mañana más.

lunes, 22 de agosto de 2011

Domingo, día de descanso


Hemos aprovechado nuestro primer día como humanos (que no Zombies) para conocer un poco más el entorno en el que estamos.

Primero hemos dado una vueltecita por la finca de los misioneros, donde dormimos. Estoy muy contento rodeado de gallinas que campan a sus anchas, y los distintos animalillos que hay: cabras, un cerdo, cervatillos y fritambos.
Kamabai se encuentra a 5 minutos andando desde la finca, así que por la mañana hemos hecho un poco de reconocimiento. El pueblo se compone de casas humildes, algo distanciadas entre sí, organizadas alrededor de la carretera principal. Normalmente aprovechan el espacio alrededor para cultivar lo que sea, desde arroz hasta cacahuetes. La estructura de las viviendas aquí es de hormigón, aunque en otros sitios suele ser tipo choza de adobe. La gente vive con lo mínimo, por no decir con menos de eso. Y también hacen vida constante en la calle.

Después de una reconfortante comida y un ratito de descanso nos hemos ido a visitar aldeas cercanas, subiendo en jeep por un camino estrecho nos hemos ido acercando cada vez más a la montaña, mientras nos adentrábamos en la jungla. La gente estaba muy agradecida por nuestra visita y los niños nos perseguín gritando al grito de "father" o más bien un "fada" con el que ellos reconocen a los misioneros. En el primer poblado hemos visto una mezquita en construcción (la religión que más población profesa aquí es la musulmana), al parecer financiada con dinero privado americano, y nos hemos paseado por los increíbles alrededores, un lujo para los ojos, con paisajes selváticos y montañas no muy altas de roca, con cortes verticales que limitaban el fondo de las vistas. Un encuadre paradisiaco.
En el segundo poblado casi pierdo los brazos gracias a los niños ávidos de caramelos que estaba repartiendo. Los niños ahí eran más pobres, pero también más sociables y sonrientes, nos acompañaban a todas partes.

Ya de regreso a Kamabai, estuvimos jugando al fútbol con Mamut, un niño que ayuda con las tareas de los voluntarios, y con su primo Musa (imagino que ninguno de los dos nombres se escriben así). La verdad es que jugaban bastante duro a pesar de hacerlo en chanclas, cuando no descalzos. Aunque finalmente les ganamos, costó lo suyo.

Después una merecida ducha, una buena cena con tortillas de patata y nos despedimos de nuestros compañeros odontólogos, Rocío y Antonio, que se van mañana bien temprano para Málaga.

domingo, 21 de agosto de 2011

Welcome to Sierra Leone


La llegada aun sitio desconocido de estas características siempre es algo accidentada.

Tras un viaje de 10 horas, llegamos a Freetown, la capital. Realmente, aterrizamos en Lungi, un poblado donde se sitúa el aeropuerto internacional (que recibe entre 0 y 5 vuelos al día).
Pasamos el control fronterizo y el control de maletas, con constantes solicitudes de sobornos (para recuperar los pasaportes, para que no nos abrieran las maletas, etc) que negamos ysalimos al exterior del edificio en noche cerrada. Comenzamos a llamar al teléfono que llevábamos apuntado y no obteníamos respuesta. Estuvimos 2 larguísimas horas de incertidumbre esperando, sin saber si nadie vendría a por nosotros o si algo había pasado. Por fin conseguimos comunicación y nos enteramos de que, como solo puede pasar aquí, tres (repito, ¡tres!) camiones habían bloqueado la carretera que llegaba a Lungi en un accidente y dos bloqueos en el barro.
Desde ese momento, unas surrealistas 2 horas de espera hablando con el "encargado de seguridad del aeropuerto" y otros curiosos habitantes del lugar sobre fútbol, sobre la Guerra y la manera de vivir aquí. Después nos acercan en Taxi al puerto (por un módico precio de 30.000 Leones) donde un oxidado Ferry nos transportaría a Freetown (por 9.000 Leones y un tiquet con el precio modificado a bolígrafo), donde nos recogerían. Del viaje en Ferry poco recuerdo porque no podía con mi alma y me dormía apoyado en una mesa: Sólo de un tipo que ponía videos musicales a todo trapo a dos metros de nosotros (que proyectó un curioso documental sobre Michael Jackson y cómo vendió su alma al diablo) y, entre cabezadas, un enano bailando al son de los videos del primero. Tras bajarnos del barco y ver unas pieles caucásicas que nos saludaban a lo lejos, ciertamente, nos sentimos aliviados.

Otras 3-4 horas de coche hasta Kamabai pasando por poblados, carreteras y caminos, cada vez más adentrados en la jungla, con la sensación de encontrase perdido y lejos de todo.

viernes, 19 de agosto de 2011

Día 0 (test de faltas)



Todo en su sitio. Aunque con la típica sensación de estar uno dejándose algo importante fuera del equipaje o pensar que lo que se lleva no será suficiente (como por ejemplo: si para viajar a África en verano no fueran suficientes 4 camisetas de manga larga, pensando que quizás tengas la mala suerte de sufrir un invierno polar del que no te salve ni un mísero forro del Decathlon).

Lo importante está dentro, por supuesto, dentro de uno mismo que no es más que la ilusión de viajar, las ganas de conocer y la inquietud por aprender.

Kamabai, allá vamos (si los de Royal Air Maroc y los puestos fronterizos nos lo permiten)